Saturday, June 13, 2009

LA CACERÍA, de Gabriel Ruiz Ortega; por Miguel Ildefonso

Gabriel Ruiz Ortega ha recogido no solo una cierta línea de la última tradición literaria peruana que abarca desde Al final de la calle de Óscar Malca hasta Grandes miradas de Alonso Cueto, sino que, además, se ha alimentado de anteriores -citemos Los inocentes o Conversación en La Catedral- y de autores extranjeros como Hunter Thompson y, por supuesto, de toda la novela policial, política y underground, para escribir esta su ópera prima. Sobre todo ha optado por Thompson para darle esa peculiaridad de su escritura a veces áspera, cuand no lacerante, o para crear esa voz desenfadada llena de extremo coloquialismo.
El periodismo gonzo "... es aquel en el que el cronista se convierte en protagonista de su crónica, promoviendo su acción y sufriendo sus consecuencias". Así, nos encontramos con una obra ambiciosa que narra una historia principal, la que abarca el gran espectro social podrido por la corrupción, la improvisación, los grupos cuasi militares (como Las Esquirlas), la mediocridad, en fin, todo aquello que caracterizó a la dictadura fujimontesinista. Se hilvanan a su vez otras historias de microcosmos en conflicto (como la del grupo de amigos Duelos), en las que el autor-narrador mismo de La cacería se ve involucrado, y en las que haciendo un juego metaliterario, hasta la novela misma se ve autorreferenciada y trocada en materia novelística.
El lenguaje acertadamente escogido crea la fluidez que le hace efectiva la articulación de esas historias, afectadas a veces por las alteraciones temporales (la novela termina en el inicio cronológico). Gracias a esa arriesgada juventud del novel narrador y a su selectivo bagaje cultural -del que hace gala en la novela- podemos descubrir, entre lo real y lo ficcional, lo que es el Perú actual. Ruiz Ortega posee una aguda mirada para penetrar en esos circuitos "invisibles" del mal que nuestra sociedad se obstina en no ver; y además, una lucidez crítica para hurgar en lo que empuja a sus individuos a seguir moviendo las ruedas.
Un buen comienzo literario de este autor, que si bien salió de las aulas universitarias, más se diría que es un "alpinchista" autodidacta apasionado de la literatura, el rock y el cine, que ha hecho de esta pasión una forma de vida, y que esperamos siga desarrollándose, tal como anuncia en la solapa del libro, con sus futuras publicaciones.

Publicado en la revista Pelícano (segundo número).

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