La antología Disidentes, que reúne a veinte de los más destacados narradores peruanos jóvenes, es anunciada por Gabriel Ruiz Ortega para esta semana. Conversamos con el encargado de la antología sobre las dificultades por las que pasó la publicación, los criterios de selección, el realismo sucio de los noventa y el buen momento de la narrativa joven en nuestro país.
Por: Francisco Ángeles
La disidencia se entiende normalmente como un acto de rebeldía frente al discurso oficial. Sin embargo, en tu antología figuran todos los más conocidos narradores peruanos jóvenes. Así que la primera pregunta es obvia: ¿por qué “disidentes”? ¿Disidentes frente a qué?
Claro, cuando se escucha la palabra ‘disidente’ pensamos que estamos ante un grupo de revoltosos con tendencias anárquicas. Así que entiendo perfectamente que el título genere más de una pregunta. Cuando empecé a elaborar la antología, en lo último que pensé fue en el nombre, pero sí tenía claro que había que mostrar un quiebre tajante con lo escrito en narrativa joven en la década pasada que, salvo las excepciones que señalo en el prólogo, aportó poco o nada. Por ello, Disidentes yace en el espíritu de negación, en el nivel formal y de tópico, de la narrativa joven de los noventa. ¿Disidentes frente a qué? Disidentes ante la ignorancia y la pose.
En el prólogo escribes que los escritores de los noventa vinculados al realismo sucio quedaron sólo en promesas porque no sentían un verdadero compromiso con la literatura, y que su propósito central era quedar como “leyendas urbanas”…
En los noventa hubo muchísimos narradores que sólo ellos mismos saben por qué quedaron como promesas. Debo haber leído a unos cincuenta, y muchos de ellos vivían con el ánimo de quedar como protagonistas de las más desopilantes experiencias nocturnas. Eso les impedía hacer lo más difícil y básico que requiere un oficio tan arduo como el literario: leer y escribir. Por ello, esos libros han quedado en el olvido. Es imposible mantener una poética sólida a punta de experiencia de vida.
¿Crees que Bukowski, a quien te refieres en el prólogo, ha sido perjudicial para nuestra narrativa?
Bukowski ha sido perjudicial en la medida que se quiso ser Bukowski a lo bestia. O sea, apelando a lo más fácil de emular: la conducta. La persona de Bukowski te puede llevar a la admiración, lo cual es válido, pero una verdadera valoración de Bukowski tiene que descansar en el conocimiento de sus libros. Bukowski no era sólo un borrachito que escribía de sus desdichas, sino que tenía una cultura libresca realmente envidiable. A no pocos narradores de esa década les escuchaba frases como “oye, así yo también puedo escribir”, “puta, cuento mi vida y la hago”, “esto es vida, carajo”. ¿Y qué es lo que hacían? ¿Acaso escribían? No, nada de eso, solamente se juntaban para hacer una chanchita y comprarse una botellita de ron o pisco. Entre tanto trago pensaban que algo tenía que salir.
¿Crees que el realismo sucio está agotado como propuesta?
Detrás del realismo sucio hay una riquísima tradición literaria que nace con Viaje hacia el fin de la noche de Celine, cuyo respiro puede rastrearse en autores como Henry Miller, John Fante y el mismo Bukowski. Toda propuesta muere si es que no conoces la semilla en la que se forja, ya que ninguna manifestación artística nace de la nada. Ningún cambio nace apelando al más puro talento puesto que es necesario conocer qué es lo que quiebra. Lógicamente, si no se conoce la tradición en la que descansa el realismo sucio, toda clase de epígono no será más que una atarantada epifanía con un axiomático mal sabor de boca, de roncito en especial.
Hablemos de la antología. ¿Cuáles fueron los criterios de selección?
Seleccioné autores que ofrecen ese quiebre temático y estructural del que hablé hace un momento, nacidos a partir de 1970, y de cabeza, que tengan, al menos, un libro publicado. Y, lógicamente, que me guste lo que escriben.
Cuéntame cómo surge la idea de hacer la antología.
En agosto del año pasado conversaba con Harold Alva, editor de Zignos, acerca de la cantidad de narradores que estaban apareciendo. Harold me propuso hacer una antología. Y acepté porque me pareció raro que aún no hubiese una antología de narrativa joven en esta década. Así que me puse a elaborar una lista de posibles seleccionados. Empecé con un universo de setenta y de ahí me quedé con cuarenta. Pero como cuarenta es un número exageradísimo para una antología, de ese número me quedé con la mitad…
¿Cuál fue el criterio para ir descartando hasta quedarte con los veinte de la lista definitiva?
Cuando empecé mi recuento pensé que sólo iba a llegar a treinta, pero a medida que iba recordando y revisando algunas notas, la lista fue creciendo descomunalmente. Y no tardé en notar que los trabajos que se destacaban eran aquellos que le sacaban la lengua a la pésima narrativa vivencial de los noventa. En el prólogo menciono a algunos narradores de ese gran grupo que quedaron de lado. Obviamente, no iba a mencionar a todos los cincuenta restantes.
En la lista anterior figuraban Max Palacios y Gabriel Rimachi. ¿Por qué fueron descartados?
Muy simple. Como en todo trabajo, los editores sometieron el prólogo a revisión. E indudablemente, los apreciables libros de Palacios y Rimachi guardan no pocos lazos tributarios con la temática noventera que se critica en el prólogo y que se refuerza indudablemente con los relatos. Y la decisión final de descartarlos fue exclusivamente mía. O sea, en una antología de temática policial, digamos, no puedes meter un par de cuentos de ciencia ficción.
¿La editorial en la publicaron los escritores fue tomada en cuenta para la selección?
Para nada. Es cierto que hay editoriales jóvenes que han aparecido en estos años, e indudablemente son parte de esta realidad, pero siempre lo he visto como un asunto complementario, o sea, pueda que haya nueva editoriales, pero no destacarían si los autores publicados no muestran un muy buen nivel. Hago hincapié en los autores porque son ellos lo que me interesan. Además, si la editorial hubiera ejercido alguna influencia sobre mí, no le hubiera escrito a Daniel Soria para que sea parte del proyecto.
¿Crees en la idea de “generación?
Soy un convencido de que cuando se habla de “generación” se habla de academia, pero yo no soy académico. Y creo también en la idea de “generación” en lo referido al punto de vista del escritor. Cuando se discuten estas ideas hay que delimitar bien desde qué lado se opina, si nos manejamos bien en ese lado, ten por seguro que se pueden sacar muchas cosas más que provechosas…
¿Forman los “disidentes” una nueva generación? ¿Cuáles serían los rasgos estilísticos o temáticos que vinculan a este grupo de escritores?
Sí, creo que los integrantes de Disidentes forman una nueva generación. Además, como nunca antes existe mucho entusiasmo por lo que han escrito y escriben. Y las discusiones que se dan alrededor de ellos casi siempre gira alrededor de sus propuestas, las cuales están rubricadas por el halo de la variedad temática y un claro compromiso personal en consolidar o buscar una voz propia desde sus primeras publicaciones. Eso es patente ni bien los lees. Los integrantes de Disidentes son la mejor muestra de la buena salud que goza nuestra literatura, así esto duela o fastidie a algunos. Uno de los puntos a tomar en cuenta es la polaridad de opiniones que despiertan los trabajos de estos escritores. Eso lo veo como algo sumamente positivo.
¿Hay algún escritor que hayas convocado y no aceptó participar?
Una de las intenciones que me animaron a aceptar esta antología fue hacer un trabajo que sea una muestra tajante contra esas manifestaciones aneuronadas de quienes se empecinan en crear realidades etéreas como “la mafia” y “la argolla”. Pues bien, me interesó contar con un narrador de tendencia izquierdista que vive como neoliberal, a quien no nombraré, que cada vez que puede se manda con un floro remanido de la exclusión, la marginación. Yo le escribí hablándole del proyecto, y lo que este patita me contesta es que no quería ser parte de mi antología porque “ex amigos tuyos y ahora amigos tuyos atacan a mis amigos”. Así como lo oyes, lo cual, más allá de mostrarme un paupérrimo criterio, también le quita toda autoridad moral e intelectual para hablar de la exclusión, la marginación y de criticar a ciertos intelectuales progresistas que veranean en sus casas de playa en Asia. Le escribí porque me parece un autor valioso, pero por desgracia este automarginado no cumple con una frase que me dijo Miguel Gutiérrez hace un tiempo mientras tomábamos café: “para mí, todo escritor debe tener un gran pensamiento”. En otras palabras, no hay que ser idiota. Por ejemplo: tengo un amigo, a quien aprecio, que tiene una confrontación abierta y justificada con un integrante de Disidentes. Si yo hubiera apelado a esa veta del amiguismo, simplemente no lo hubiera llamado para este proyecto. Pero yo no me manejo así, ya que este integrante de la antología es un muy buen narrador, cuyo libro me gustó muchísimo. Siempre he visto a los proyectos literarios como espacios de diálogo y enriquecimiento en el que se deja de lado toda clase de rencillas personales que no tienen nada que ver.
¿Alguno que se te haya pasado y te hubiera gustado incluir? Pensaba en Ernesto Carlín, de quien escribiste en tu blog hace poco…
En una antología siempre habrá quienes queden de lado. Falso al amanecer, esa deliciosa novela de Carlín, me hizo pensar en su momento en contar con él, pero así como por un golpe de suerte di con dicha novela, no he leído nada de él, en ficción, en estos años. Además, Falso al amanecer merece una reedición. También me hubiese gustado contar con una mujer más en Disidentes, e hice hasta lo inimaginable para ponerme en contacto con Alessia di Paolo. También lamento no contar con Jeremías Gamboa, quien no está en la antología porque aún no tiene libro publicado, pero recomiendo sus cuentos que han aparecido en algunas revistas locales. Algo que he aprendido en esta experiencia de hacer una antología es que un escritor no pierde su identidad si no es incluido en alguna, como tampoco la afianza si está en una. Suena ingenuo pero, no sé si para bien o para mal, en varias ocasiones he sido testigo de la elaboración de antologías poéticas, y déjame decirte que es toda una guerra de egos que tienen a la poesía, como tal, en el último escalón.
En el prólogo señalas que lo único que se podría objetar a tu antología es la falta de escritores de provincia…
Sí, es cierto. Varios amigos me dijeron que la ausencia de escritores jóvenes de provincia podía traer ciertos reparos que últimamente tienen el aura de la sensibilidad. Pero tampoco soy un demagogo o un hipócrita para poner a un escritor de provincia si no me muestra en libro y propuesta una calidad apreciable. Por varias razones, el año pasado viajé con frecuencia dentro del país, y en mi estancia en ciudades como Cusco, Arequipa, Iquitos y Trujillo me di tiempo para contactarme con escritores de la zona para que me hablaran de la producción en narrativa joven, y así buscar los libros que posiblemente me interesen. Pues bien, la sorpresa fue que no había libros de jóvenes autores, pero sí revistas y plaquetas en los que publicaban sus cuentos o adelantos de novela. Hay un rollo muy malsano que se maneja alrededor de los escritores jóvenes de provincia. Es cierto que hay muy buenos, pero no es lo mismo un cuento publicado en revista que uno que es parte de un libro. El libro te ofrece la garantía, al menos en apariencia, que dicho escritor seguirá publicando. También me di cuenta que las dificultades para publicar son las mismas para un narrador joven de la capital y para uno de provincia, pero es axiomático que en Lima tienes mayores posibilidades de difusión. Y para serte franco, sí me hubiese gustado contar con algunos, pero no soy un demagogo.
La publicación de Disidentes se ha ido postergando…
En un principio iba a presentarse en la Feria del Libro Ricardo Palma, no se pudo. Luego, a fines de ese año, no se pudo. Luego, se anunció para la Feria del Libro de Trujillo, tampoco se pudo. Luego, Harold me prometió que quince días después de lo de Trujillo se tendría la antología, y ya la historia es conocida. Sin embargo, las cosas pasan por algo, ya que después de la primera postergación leí al último autor en integrarse a Disidentes: Augusto Effio Ordóñez. No me iba a perdonar no contar con él.
En ese tránsito, el proyecto cambia de editorial…
Por boca de Harold, sabía del interés de otras editoriales en hacer una coedición, pero tampoco es nada agradable enterarte de una postergación a un día de la fecha límite. No te digo esto por una posible cólera a Harold, porque no la hay, sino porque he sido yo quien ha tenido que dar la cara en cada una de estas postergaciones. Y bueno, ya David Ballardo me estaba hablando del proyecto editorial que pensaba sacar con Walter Sanseviero. Noté un interés responsable por la antología, por eso es que Disidentes sale con Revuelta Editores.
Finalmente, ¿dónde se podrá conseguir el libro?
Estará el martes 22 de mayo en todas las librerías. David Ballardo está a cargo de ello.
Publicado en El Hablador (blog)
1 comment:
Hola Gabriel
recuerdo esa entrevista de Angeles para el hablador blog. Levantaste polemica, hiciste bulla, te quisieron hundir, y Disidentes fue un exito, la antologia mas sonada de la decada. Felicitaciones.
P.
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