Gabriel Ruiz Ortega me sorprendió. La primera vez cuando vi su libro en Crisol, me llamó la atención su portada negra y una pistola. Me llamó la atención el grosor. Pero me sorprendió cuando a la semana siguiente visité la librería y ya no habían ejemplares. Me costó un poco encontrar nuevamente el libro. Y me sorprendió de nuevo el tema: ¿fujimorismo? ¿política? ¿mafia? Diré que esos temas, tal vez por haberlos sufrido, no me atraen, más bien me alejan. Sin embargo, creo que con habilidad, Ruiz Ortega utiliza un recurso: música. La cantidad de referentes culturales, musicales, cine, literatura... si bien, es un recurso arriesgado, pues convierte la literatura en un cuadro churriguerezco, produce en el lector, lo que es un triunfo en el autor: tarea. Esto sí es una sorpresa. El lector toma nota de lo que el escritor le está susurrando, genera la atmósfera. Definitivamente es lo más logrado en esta novela. Tal vez el lenguaje, saturado de lisuras, se pudo haber equilibrado, pudo ser más prudente. Pero nada más. Me dio gusto leer y conocer a un nuevo escritor. En la solapa del libro anuncia nuevos libros. Habrá que esperar.
Publicado en Luz Azul
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