Este 2007 que se nos va ha sido un año fecundo. Hemos tenido como fiesta letrada por excelencia la conmemoración de los cuarenta años de la publicación de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez. Sin embargo, como que a no pocos se les ha pasado la celebración, o, por lo menos el recordatorio, de la mejor novela de quien para muchos, y para mí, es el mejor novelista en el mundo hoy por hoy, el norteamericano Philip Roth (New Jersey, 1933).
- Oye, Gabriel, ¿por qué no reseñas un libro de estos años? – Me preguntará un fiel lector o lectora del diario.
Digamos que la pregunta tiene mucho asidero. Parte de la regularidad de las reseñas que presento tratan de abordar libros que por esas injusticias de la vida pasan desapercibidos en los diarios gracias a ese morbo llamado “la inmediatez”. Más que nada, mis reseñas, en su gran mayoría, están abocadas a libros de otras lenguas, parajes y tradiciones. Sólo tengo un requisito: que el libro sea bueno y que me guste, lo cual no es lo mismo a que no me guste y el libro sea bueno. Desplegar objetividad se ha vuelto una costumbre más que edificante.
Me encontraba resaltando los apuntes de “Cartas del norte”, de Luis García; y “Noches de cocaína”, de J. G. Ballard; cuando me di con la sorpresa de que un lomo grueso me miraba y miraba. Esto suele pasarme con los libros, pero este lomo tenía una peculiaridad: estaba casi tapado por otros libros, de lomos igual de gruesos, pero que a la vez tenían a Philip Roth como autor. Me acerqué al lomo en cuestión, lo revisé, las hojas exhibían más de un trazo o nota a pie de página que reflejaba mi capricho. Decidí leer las diez primeras páginas, pero no pude resistir la tentación de quedarme horas y horas, seguidas, sin levantar la cabeza, sólo con intervalos para tomar agua o prender un Marlboro, hasta llegar a la última página de esta novelaza llamada “Pastoral Americana”.
“Pastoral Americana” está compuesta por tres grandes capítulos: “Paraíso recordado”, “La caída” y “Paraíso perdido”, los cuales son cruzados por nueve extensos capítulos que en lugar de cerrar los tres capítulos permiten la sucesión de hechos en torno al protagonista Seymour Levov, “El sueco, abordado por el personaje fetiche de Roth, el escritor Nathan Zuckerman, presente también en las novelas “La mancha humana” y “Me casé con un comunista”, las cuales forman una trilogía en la que se disecciona a la clase media norteamericana de la segunda mitad del siglo XX. Obviamente, si alguien pretende escribir novelas, pues la lectura de esta trilogía es de por sí inevitable, puesto que ésta ofrece una tradición personal que engloba distintas tradiciones, una ruptura temática y estructural que no descansa en la nada, sino que se nutre a partir de la asimilación de la novela decimonónica, la cual es, a todas luces, el siglo de la novela por excelencia.
Roth en “Pastoral Americana” nos pinta al anciano Seymour Levov, este hombre lo tiene todo: de joven fue admirado, sigue siendo envidiado por sus enemigos, le fue muy bien en el negoció que heredó, se casó con la mujer de sus sueños, etc. Sin embargo, Zuckerman, apelando a su mirada inquisitiva, descubre que este “hombre modelo” esconde un trauma emocional: su hija Meredith es una terrorista buscada por la policía.
Es a través de este trauma que Roth disecciona lo que la sociedad norteamericana siempre se empeña por esconder, y en la que paradójicamente no duda en mostrar de forma “involuntaria”: la doble moral, la cual está muy bien detallada en el capítulo “La caída”, el cual es el más largo, por momentos asfixiante por el derroche de Roth por las descripciones detalladísimas, comprendido por los capítulos del 4 al 6.
Últimamente se están reeditando todas las novelas de Philip Roth, la tarea la ha emprendido Seix Barral. Roth es un autor de un nivel parejísimo y, pese a su estado de salud y avanzada edad, continúa entregando libros no menos que deliciosos. Sin embargo, no se puede tener una idea clara de su narrativa si se pasa por alto a “Pastoral Americana”. Como se sabe, hay escritores de obra constante y sólida, pero estos tienen obras mayores, la que condensa mejor su propuesta narrativa. Así como García Márquez tiene su “Cien años de soledad, Vargas Llosa su “La guerra del fin del mundo”, Cormac McCarthy su “Meridiano de sangre”, Thomas Pynchon su “Arco iris de la gravedad”, pues Roth tiene su “Pastoral Americana”.
Todo indica que “Pastoral Americana” llegará a las salas de cine en 2009. La tarea la emprenderá el cineasta australiano Phillip Noyce, con relativa experiencia en adaptar novelas al cine. Esperemos, o mejor dicho, rogamos, que Noyce esté a la altura de tamaña empresa.
Estuve a punto de no escribir este artículo. Al parecer los responsables de la edición de “Pastoral Americana” que tengo, Punto de Lectura, se “emocionaron” de tal manera que consigan el año de publicación el de 1968. No pues, se publicó en 1997 y tuvo su primera traducción al castellano en 1999.
1 comment:
Roth es el non plus ultra de los novelistas de hoy. Tienes razón de lo que comentas de él.
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