Sunday, September 09, 2007

La narrativa de Leonardo Aguirre

En el delicioso “Desgarrados y excéntricos” de Juan Manuel de Prada, tenemos a un curioso grupo de escritores, casi todos poetas, que luchan contra la falta de talento y formación en pos del reconocimiento que les asegure la inmortalidad literaria. Más allá de las biografías cinceladas por este escritor nacido en Baracaldo (Vizcaya), queda claro que la experiencia de vida del escritor siempre será rica como tema cuando quiera hacerse de esta un texto literario, puesto que si se profana la figura del escritor hasta los excesos, pues no tardarán en aparecer las anécdotas que pedirán a gritos una justificada presencia, ya sea en cuento o novela. Pues bien, la persona del escritor es lo que hace más que interesante la narrativa del joven narrador peruano Leonardo Aguirre (Lima, 1975).

Vale anotar que este escritor es hoy en día uno de los más conocidos en Perú, ya sea por su buena literatura y también por los escándalos mediáticos de los que fue un atento y, a la vez, velado protagonista. Su obra, conformada por los libros de cuentos “Manual para cazar plumíferos” (2005) y “La musa travestida” (2007), nos permiten ver algo que muy pocas veces se nota en un escritor joven: el encuentro de su voz y el encauce de su proyecto.

Los personajes de Aguirre tienen la consigna de que antes de la obra, vale mucho más gozar del estrellato que puede canalizarse a través de una foto en una conocida revista, en entrevistas Delivery (las cuales son muy ideales para lucirse hablando de lo que sea, menos de libros) y aprovechar al máximo el estado de “iluminación” para abonar el ego con alguna que otra incauta obnubilada con el escritor famoso a quien equipara con George Clooney o David Beckham.

En “Manual para cazar plumíferos” está presente el gran hilo conductor de los desesperados por atención: los ansiosos de reconocimiento; en “La musa travestida” están aquellos a quienes ya se les puede ubicar por nombre en el ambiente literario, pero ellos quieren más, mucho más, tanto así que están dispuestos a dar el todo por el todo para que se siga hablando de ellos, tanto en vida, o en el más allá. Para ambas clases de escritores, lo peor que les puede ocurrir es pasar desapercibidos.

Sin embargo, lo que termina destacando de la narrativa de Aguirre es el uso de las formas y estructuras no muy enraizadas en la tradición literaria, ni de la peruana, ni de la latinoamericana, ni de algún lugar. Estas, mas bien, son deudoras de la cultura popular, de lo audiovisual, del fanzine, del cómic.

Si cogemos los dos libros, ya mencionados, del autor, pues no tardamos en darnos cuenta que pese a la “ligereza” con la que aborda sus historias, estas no rozan, ni de bromas, el lugar común. Hay un patente trabajo con el lenguaje, una cronometría de sucesos, una mirada que disecciona la banalidad del mundo literario, una férrea crítica de la aparente “santidad” que muchos ven en el oficio de la escritura.

Si me preguntaran con cuál libro de este autor me quedo, pues estoy sin respuesta. “La musa...” nos ofrece una estructura lograda, en la cual destaca el antologable “Sublime Sorrento”, el que indefectiblemente será un referente para cuando Aguirre entregue a los lectores sus próximos libros, por lo pronto ya tiene dos novelas en calidad de inéditas. “Sublime sorrento” es el cuento que encierra los demonios literarios que se traducen en la obsesión del innominado protagonista que planifica su muerte pública en un recital. Por otro lado, “Manual para ...” no tiene la coherencia estructural del último libro pero sí hace gala de argumentos que, en el caso de este escritor que escribe reseñas semanales, difícilmente lleguen a desprenderse de la memoria. Como dicen los entendidos, en cuanto a cuento se refiere, si un libro de relatos se justifica por uno o dos, pues “Manual para ...” se da el gustazo de tener tres de extraordinaria factura como “Mi vida en Beatles”, “Un Blackbird en el Honey Pie” y “Café Milton y cordero con Saki”.

Sería muy aventurado dar una opinión que intente ser tajante en cuanto a la narrativa de Aguirre, puesto que desde su primer libro es posible notar que para dar un parecer responsable sobre su narrativa, pues este tiene que descansar en la visión de una obra que comprenda, al menos, unos cinco títulos publicados, cosa que sólo pasa con los narradores de gran talento en solidificar un proyecto narrativo que se forja desde el inicio y que no adquiere una línea en el tanteo de temas ante cada libro publicado (eso es jugar a lo fácil).

Ahora, si me preguntan por un joven narrador peruano digno de interés, pues recomendaría, sin dudar, a Leonardo Aguirre.

Nota: Los libros de Aguirre han sido publicados por la editorial Matalamanga. Este artículo apareció el 2 de setiembre en Siglo XXI de Castellón, España.

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