Tuesday, June 10, 2008

PUNTO DE FUGA, de Jeremías Gamboa

En una época en la que no pocos escritores le hacen ascos a la temática del realismo, para luego, de taquito, ensalzar sus propias propuestas literarias, pues no hay que dejar de saludar el notable debut del joven escritor peruano Jeremías Gamboa (Lima, 1975), quien es también un reconocido periodista y destacado ensayista. PUNTO DE FUGA ha sido calificado como una de las mejores publicaciones del 2007 en Perú, sumado al detalle que tanto el autor como el libro recibieron el reconocimiento de quien es, de lejos, uno de los más grandes novelistas de nuestro tiempo, Mario Vargas Llosa.

Pues bien, de todas las reseñas que este libro cosechó, es la opinión de Vargas Llosa la que mejor lo graficó al decir que en el texto puede palparse una “violencia interna”, como un choque que experimentan los personajes en un ambiente cargado de cuestionamientos. Como dije en el primer párrafo, es menester saludar esta publicación porque pone en su lugar al tópico que ha marcado el devenir de los grandes libros. Las historias están en la cotidianidad, en la conducta de los que se enfrentan a sus conflictos a través de la máscara de lo que aparentan ser en el mundo exterior. Todas las personas siempre tienen algo que contar, lo que falta son contadores de historias dispuestos a saber mirar y escuchar.

Los cuentos de PUNTO DE FUGA retratan a la ciudad de Lima de hoy. Una ciudad delineada por los contrastes, que pese al crecimiento económico y a las mayores posibilidades de realización, sigue arrastrando problemas muy serios de entidad y tolerancia. Como ya se dijo, Gamboa es un reconocido periodista, cuyas crónicas siempre se han nutrido de lo que ocurre en la calle. Entonces, qué mejor artífice que alguien que ha bebido de la realidad para condimentar sus cuentos con detalles delatores de verosimilitud, cosa que nos lleva a la certeza de que no estamos siendo timados por un escriba que quiere pasarse de original, que el saber contar una historia, por más ordinaria que sea, es medular para que esta pueda pasar la barrera de la anécdota y del mezquino y arrollador olvido.

Los personajes están en constante búsqueda y huída. Un enfrentamiento entre lo que el mundo les presenta con el backstage personal, tal y como vemos en los cuentos “El edificio de la calle Los Pinos”, “Nuestro nombre”, “Tierra prometida”, “Un responso por el cine Colón” y “La conquista del mundo”. Por ellos nos topamos con personajes desarraigados o en camino a ello, muchos de estos tienen la vida casi resuelta, pero por más que han logrado insertarse en un mejor estatus social, salen a flote los trasfondos que arrastran porque, entra otras cosas, no son del todo aceptados en el nuevo contexto en el que se desenvuelven.

Este libro nos lleva a sus influencias directas e indirectas, vemos en sus páginas la impronta temática de los autores del boom latinoamericano, en especial la de Mario Vargas Llosa, como también el influjo de la pesadez existencial de Onetti, aunque en este último caso es posible advertir un cierto abuso del autor por sobrecargar ciertos pasajes con una atmósfera que vuelve oscuro y confuso el desarrollo de la historia, tal y como sucede en “Tierra prometida”.

Jeremías Gamboa ha entregado un libro muy bueno, en todo el sentido de la palabra. Y se acrecienta la expectativa con lo próximo que vaya a publicar, y no es una exageración afirmar que libros como este, demuestran con hechos fundamentados el muy buen momento que atraviesa la nueva narrativa peruana.

Editorial: Alfaguara.
Nota: esta reseña apareció el 10 de junio en Siglo XXI.

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