La violencia política, acaecida por más de quince años, sigue siendo motivo de debates encontrados en todos los aspectos. La literatura no ha sido ajena a ellos, su tratamiento en la ficción es un suceso que no se está tratando desde hace poco, por el contrario, desde los años previos al estallido de la primera incursión del grupo político-subversivo Sendero Luminoso, algunos narradores peruanos empezaron a delinear el fenómeno para explicarlo, en parte, a través de la ficción, prueba de ello es el gran cuento “Una vida completamente ordinaria” de Miguel Gutiérrez, publicado originalmente en la revista Narración e incluido en la muy buena antología sobre la violencia política “Toda la sangre” del crítico Gustavo Faverón Patriau.
Si elegí la literatura y el cine a los once o doce años es porque preferí ver la vida a través de los libros y el cine, Francois Truffaut
Sunday, November 25, 2007
"La cuarta espada", de Santiago Roncagliolo
La violencia política, acaecida por más de quince años, sigue siendo motivo de debates encontrados en todos los aspectos. La literatura no ha sido ajena a ellos, su tratamiento en la ficción es un suceso que no se está tratando desde hace poco, por el contrario, desde los años previos al estallido de la primera incursión del grupo político-subversivo Sendero Luminoso, algunos narradores peruanos empezaron a delinear el fenómeno para explicarlo, en parte, a través de la ficción, prueba de ello es el gran cuento “Una vida completamente ordinaria” de Miguel Gutiérrez, publicado originalmente en la revista Narración e incluido en la muy buena antología sobre la violencia política “Toda la sangre” del crítico Gustavo Faverón Patriau.
Monday, November 12, 2007
"El enigma de París", de Pablo De Santis
Como lo señala el mismo título, “El enigma de París” es una novela de corte policial. Por suerte, la novela se escapa de las nomenclaturas temáticas que tanto están calando en la narrativa policial hispanoamericana: drogas, trata de blancas, sicarios a sueldo, caza recompensas, etc., las cuales apelan casi siempre a un lenguaje somático que afiance más la realidad ficcionalizada, ya que en esta clase de policiales, la historia cruda es tan importante a la crudeza de su lenguaje, una sin otra no pueden vivir, ni mucho menos llegar a ser relativamente aceptables, teniendo que cargar con el conocimiento responsable del contexto social representado, ya que el policial puede permitirse todo, menos la inverosimilitud.
Ahora, ¿qué de especial tiene “El enigma de París”? La respuesta es una: un gran canto a los logros de la imaginación, un ejemplo de cómo narrar sin ser burdo, de lo importante que es usar la inteligencia para mantener una historia que en apariencia amenaza con perderse en digresiones. Ergo, Pablo De Santis no sólo es un muy buen fabulador, sino que a esta cualidad se suma a que en cada página puede rastrearse esa condición esencial que tienen los narradores de raza: huida del talento para ampararse en la formación literaria que sólo se logra, aún así suene obvio, leyendo, leyendo mucho, torrencialmente.
Esta novela de De Santis está enmarcada en la tradición del policial – enigma que tiene mucha raigambre en la tradición anglosajona, la cual, paradójicamente, tiene como su máximo representante al norteamericano Edgar Allan Poe. Novela ambientada en 1889, narrada en primera persona por quien fuera el aprendiz de detective Sigmundo Salvatrio, quien da cuenta de su mentor Renato Craig y de los pormenores del oficio de las pesquisas. Craig se encuentra convaleciente de una innominada enfermedad y Salvatrio viaja a París para el congreso de Los Doce Detectives, en el cual los integrantes de este cónclave debatirán sus métodos de investigación, sin embargo, la muerte de uno de ellos en la entonces incipiente construcción de la torre Eiffel obliga a los otros miembros a dar con el asesino. Salvatrio y el detective polaco Víktor Arzaky, amigo de Craig, son quienes más empuje le ponen al misterio muy relacionado con una secta de fanáticos que están en contra de la culminación de la hoy famosa torre francesa.
Como todo buen policial, ya sea en la onda del hard boiled o del enigma, lo que interesa, aún más que el caso por resolver, es la composición de la fisonomía moral de sus personajes, de la relación que entre ellos existe y que a través de sus vasos comunicantes podamos conocer las pasiones y los motivos razonables que los mueven. En este punto, De Santis se vale de su basta experiencia para mantenernos en vilo porque cuando la novela parece caer, sale a flote un detalle, un diálogo, una opinión, un pensamiento que reencaucha el interés real del eje de la investigación: encontrar al culpable, o sea, gozar más del conflicto de sus sui generis protagonistas.
Como implícitamente escribí líneas arriba: “El enigma de París” es una muy buena novela, pero no es la mejor de este narrador argentino. Sin embargo, que la difusión comercial que la novela tiene a raíz de este importante premio sirva para que los lectores puedan acercarse a joyas apreciables de De Santis, anteriormente publicadas, como “El calígrafo de Voltaire”, “Filosofía y Letras” y la maravillosa “La traducción”.
Editorial: Planeta.
Thursday, November 01, 2007
"Tánger", de Juan Madrid
Se supone que la labor del reseñista es abordar la publicación de los libros actuales que uno considera más interesantes. No sé por qué, pero nunca he sido partícipe de esa idea ya que existen libros realmente buenos que por varias razones han pasado desapercibidos, por un lado; otros que sí han gozado de la atención mediática y crítica, por otro; por eso, celebro una reedición que me ha hecho reencontrar con uno de los escritores españoles más importantes que hay hoy en día. A lo mejor peque de avezado, pero no creo que exista mejor escritor de novelas policiales que Juan Madrid, de quien vengo leyendo a la fecha más de diez libros , cifra mínima para un autor al que sí hay que calificar de prolífico.
La novela que me ocupa en esta ocasión es “Tánger”, publicada en principio en 1997, y es gracias a una reedición que puedo diseccionar este canto al policial negro. Seguramente muchos saben, pero no está demás recalcarlo: “Tánger” fue llevada al cine bajo la batuta de su propio autor en 2004. En esta novela, lo primero que se nos presenta es un tópico que viene siendo el boom de la industria novelera mundial: la inmigración y el racismo. Hoy en día, las casas editoras con poder están viendo con buenos ojos aquellas propuestas escritas por hijos de inmigrantes o sencillamente inmigrantes. En ese lado, esta novela de Juan Madrid cumplió un involuntario halo profético de la temática que iba a desarrollarse en el futuro, y digamos que el tratamiento que se le da a la inmigración en esta entrecruzada novela refulge a cada instante como una ácida crítica contra la estúpida intolerancia hacia quien es distinto por procedencia. Sólo los buenos libros son capaces de generar lecturas paralelas.
Abdul Saíd, hijo de padre español y madre marroquí, decide hacerse cargo del negocio de su señor padre, el cual tiene por detalle sacar de apuro a quienes no tienen dinero. Para ello, Abdul no quiere prestarse a la costumbre poco ética de dar dinero por dar, tal y como lo hacía su progenitor. El asunto se complica cuando un par de ex convictos se acercan al susodicho negocio para pedir un “pequeño” préstamo que se invertirá en una jugada comercial que no le dicen a Abdul: la compra de armas para venderlas a un grupo de trasnochados nacionalistas que quieren bajarse a comunidades de inmigrantes. A grandes rasgos ese es el argumento, por demás interesante. Sin embargo, “Tánger” es también una muestra fehaciente de la reivindicación de la piedra angular de la tradición de la novela: la lograda concepción de la fisonomía moral de los personajes. Ya sean protagónicos o no, en esta novela no hay personaje flojo, todos cumplen una función delimitada por el exceso, la avaricia, el apego al sexo, la búsqueda del dinero, la idealización del amor, etc. Son ellos quienes a través de sus dramas cotidianos terminan dejando en un segundo plano el aura de violencia de la historia, como testimonio de que las mismas relaciones humanas pueden ser mucho más atroces, o igual, que los actos delictivos llevados con premeditación. Una novela donde hay no buenos, todos están tras los pasos de lo que consideran mejor para cada quien.
En una época donde el policial es vilipendiado, por eruditos y paracaidistas literarios, con (in) justificada razón, “Tánger” se yergue como un referente ineludible del género, que al igual que todo género sólido, tiene la suficiente plasticidad para que su representación no se quede sólo en el papel. Una delicia de novela, por decir lo menos.
Editorial: Punto de Lectura.
Nota: Esta reseña salió publicada el 2 de noviembre de 2007 en el diario Siglo XXI de Castellón.